ICEBERGS A LA DERIVA
desciendo a las profundidades de mi bañera. me duele todo el cuerpo. me duelo entero, los párpados, el ombligo, las partes recónditas de mis neuronas, las no tan invisibles costuras de mis cicatrices. desaparezco bajo el agua templada y blanquecina. la música de the national se filtra también aquí abajo. a parte de eso, solo oigo los latidos de mi corazón en estéreo dentro de mis orejas. las puntas de mis dedos hacen círculos en el jardín zen de cristales de sal de leche que aun no se han disuelto en el fondo de la bañera. es domingo por la tarde después de otro fin de semana de formación en grupo, de mirarme, confrontarme, aceptarme y luego recogerme. no ha sido ninguna guerra, pero dentro de esta bañera todo suena a reposo del guerrero.
empecé la formación hace ya tres años con la premisa que para trabajar con las historias de los demás era necesario ser consciente de las mías. después de todo este tiempo, sigo creyendo firmemente en la importancia de mirarse por dentro para acceder con mayor conciencia a lo que hay fuera, pero hay veces en que lo que uno ve de si mismo, aunque ya haya emergido de refilón en otras ocasiones, le deja descolocado. las grandes preguntas de los filosofos y pensadores, las cuitas de los visionarios, los enigmas más universales, siempre me habían parecido interesantes pero reconozco que jamás me habían tocado de pleno. hasta hoy.
hoy ha cobrado sentido esa pregunta tan breve y tremenda que es ¿quién soy? porqué yo no soy solo lo que muestro. también soy lo que intento ocultar y con lo que por tanto no me he reconciliado. soy ese miedo a mandarlo todo a la mierda en un momento dado y soy esa acusación de la que intento defenderme con uñas y dientes, porqué tiene parte de razón. soy ese que a veces charla pero no habla, ese que a veces hace circular emociones y palabras por autopistas diferentes. no soy solo lo bueno. ni tampoco soy el consuelo de lo malo aceptado. por otro lado, aprendo a no pelearme con la parte que normalmente emerge de mi y dejo de etiquetarla de engaño, porqué es cierto que también soy encantador, dulce, servicial y listo y no por querer ocultar mi lado egoista, ácido, egoico e ignorante.
rodeo mis piernas dobladas con mis brazos. a contraluz veo el vapor que se desprende de mi piel como una aureola. un iceberg de espuma se desliza por debajo del arco que forman mis piernas, mientras deja un rastro de su propia materia deshecha. este baño ahora mismo es mi forma de dejarme en paz y, al igual que ese iceberg a la deriva, soy el que está bajo el agua y por supuesto el que se ve en la superficie.